10 de noviembre de 2008

Felices fiestas

Qué bonito que es todo. Las luces alumbran nuestra ciudad mientras ando por una de sus maravillosas calles. Soy fascinado por sus navideñas y resplandecientes luces como si de cercanas estrellas se tratasen, a la par que disfruto de los coloreados y esponjosos espumillones que transcurren por los escaparates de ciertos comercios donde podemos ver regordetes y tiernos peluches de Santa Klaus. Un gran letrero de brillantes letras rojas me recuerda que son las ochos de la tarde. Me quedo mirando la ingeniosa forma de aquel curioso reloj cuando de repente las luces que forman los números que marcan la hora cambian lentamente hasta dejar ver en esa combinación de luces coloradas y oscuridad la fecha en la cual nos encontramos hoy: 10 de noviembre. No, no han leído mal: 10 de noviembre.

Exacto, estamos a principios del mes anterior al último del año, a mas de mes y medio de celebrar (los creyentes, una gran mayoría) el nacimiento de Jesús y los escaparates ya tienen la típica iluminación navideña junto con las grandes luces que cuelgan de las farolas que transcurren por las aceras. No hay luces en todas las farolas de la ciudad todavía pero tranquilos, que están en proceso.

Qué locura, pensarán. Pues sí, para que nos vamos a engañar; parece ser que existe una competición entre las tiendas donde la que primera que ponga las festivas luces, gana. Teníamos como ganadora y campeona absoluta a “El Corte Inglés”, pero este año hasta se le han adelantado. Cada vez criticamos más este hecho, y directamente proporcional a las críticas, consumimos. Es de todo el mundo conocido que a ningún comerciante le importa la “esencia de las fiestas” si con eso puede llegar a ganar más dinero. Utilizan que son fiestas para promover el consumismo de mala manera (siempre se ponen de acuerdo para hacerlo en las mismas fiestas, y nosotros siempre caemos todos los años) y es que es poner las luces, y nosotros acudir a las tiendas que da gusto. No se si seré yo, o tienda que reclamo navideño contiene, tienda en la que hay gente. Puede que sea esa misma cantidad de gente la que frecuente dichas tiendas durante el año, y que yo las vea llenas porque la intermitencia infinita de las luces me tenga alucinado, pero mucho me temo que la cosa no es así. Llamadme loco, pero no lo creo.

¿Quién tiene la culpa? Esta claro, ¿no? Pues los comerciantes…pues va a ser que no. Ellos no tienen la culpa: son gente lista, espabilada. Es tan sencillo como la expresión “Si P entonces Q”. Si yo pongo luces, viene la gente: está inventado. Si nosotros no acudiéramos en masa a las tiendas cuando nos encienden tres lucecitas, quizás no lo hicieran; pero yo les aseguro que si las ponen tan pronto es por algo. Si las ponen a estas alturas es que de esto sacan beneficio, que aquí nadie es tonto y nadie gasta electricidad por gusto y devoción. A lo mejor deberíamos redirigir nuestras críticas hacia nosotros mismos y darnos cuenta de quiénes son los culpables de que las luces de navidad ya estén puestas.

Aún así, con luces en noviembre o diciembre, las navidades son las fiestas del consumo. ¿Por qué? Porque al igual que con las luces, nos han metido en la cabeza que sin gasto no hay navidad. La celebración ha perdido su sentido original, que era celebrar la llegada de “El Salvador”. Ahora, en lugar de pesebre tenemos un buen y lujoso restaurante (por supuesto, de renombre) y en lugar de pocos y sencillos alimentos un buen plato de marisco y otro tanto de ternasco. ¿Y la austeridad? Eso no interesa. Creo que lo único que se ha mantenido ha sido lo de los regalos, y es que eso es consumismo, y es que eso sí que interesa.

Nunca podré comprender el afán consumista que invade a la sociedad en la época del año que aún está por venir. No lo podré comprender en las personas no creyentes, pero mucho menos en las que adoran a un Dios que bajó del cielo a la tierra en una familia más bien pobre y que vivió sin lujo alguno o cosa que fuese superior a lo realmente necesario. Pero es que las compras mandan y nos inflan de anuncios por todas partes y… ¿Quién se puede resistir?

Felices fiestas, y felices compras.

1 comentario:

  1. Felices Fiestas II.


    En colaboración con www.pensarcuesta.blogspot.com


    Este fin de semana llegó a mi buzón el primer catálogo de juguetes. Al sacar las cuentas pertinentes el resultado era desolador. Quedaban casi dos meses para el día de reyes. Es como si a principios de Julio empezásemos a pensar en volver al curro en septiembre.

    Vivimos pues en una sociedad en la que un sexto del año corresponde a las “señaladas” fechas navideñas. Quizás este año, y para mantener vivo el sistema de consumo en el que vivimos la fecha en la que las campañas publicitarias empiezan a azotarnos de forma indiscriminada se ha adelantado ligeramente, pues fomentar un consumo desmedido es la única forma de salir de esta crisis provocada por la avaricia de los bancos y revivir – refundar (o como quieran llamarlo los políticos de turno) el sistema capitalista.

    Una técnica perfecta para aumentar el consumo es, como bien señalas, la utilización de las luces chillonas con motivos navideños pertinentes (estrellas, belenes…) en escaparates y calles de nuestras ciudades

    Sobre las luces que se colocan en las calles conviene hacer una matización. Mientras en ciudades como Barcelona estos adornos son costeadas por los propios comerciantes (lógico, pues son los grandes beneficiados del afán consumista que nos invade en estas fechas), en otras ciudades como Sevilla o Madrid son los contribuyentes los que se hacen el “harakiri” financiando a través de sus tributos las dichosas luces (pagan las luces y a su vez incrementan sus gastos: Negocio perfecto para el empresario).

    De forma contradictoria este consumismo desmedido al que asistimos en la sociedad actual, este “capitalismo salvaje”, ha sido criticado por el arzobispo de Munich, de nombre Reinhard, de apellido, curiosamente, Marx. Lo verdaderamente curioso del hecho es que el arzobispo de la capital de Baviera, hace esta crítica en un libro publicado bajo el título de “El Capital”, donde relaciona el capitalismo con la codicia.

    Como los compañeros de profesión de Reinhard en España lo tomen en serio, se producirá en este país antes una socialización de la Iglesia que una secularización de la derecha, que a día de hoy, es impensable.

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